Ciencias de la Educación

Artículo de Investigación  

 

La paz en la educación. Hacia una cultura de paz. Revisión sistemática

 

Peace in education. Towards a culture of peace. Systematic review

 

Paz na educação. Rumo a uma cultura de paz. Revisão sistemática

 

 

 

José Clemente Mora-Rosales I
investigacion2k@gmail.com 
https://orcid.org/0000-0002-0414-7947  
Diana Priscillia Hidalgo-Manzano II
dhidalgo@stanford.edu.ec 
https://orcid.org/0000-0001-7872-1893
Segundo Benjamín Anilema-Mejía III
banilema@stanford.edu.ec 
https://orcid.org/0000-0002-5897-9106
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Correspondencia: investigacion2k@gmail.com

 

 

*Recibido: 29 de noviembre del 2022 *Aceptado: 28 de diciembre del 2022 * Publicado: 17 de enero del 2023

 

 

        I.            Doctor en Ciencias de la Educación, Magíster en Ciencias de la Educación Mención Investigación y Desarrollo Comunitario, Profesor en Educación Integral, Docente /Coordinador del Instituto Superior Stanford, Riobamba, Ecuador.

      II.            Máster en Atención Temprana y Desarrollo Infantil, Licenciada en Ciencias de la Educación, Mención Educación Inicial, Docente/Coordinadora del Instituto Superior Stanford, Riobamba, Ecuador.

   III.            Tecnólogo en Informática Aplicada, Docente de la Carrera de Redes y Telecomunicaciones, Instituto Superior Tecnológico Stanford, Riobamba, Ecuador.

 

 

 

Resumen

El estudio presentó como objetivo de investigación analizar desde la conceptualización de los constructos paz en la educación y cultura de la paz desde el contraste de la violencia implícita y explicita en la sociedad.  Se parte de un enfoque cualitativo documental, en cuya metodología de búsqueda partió de un criterio de conceptualización de los constructos y abordajes teóricos de autores de fuentes diversas sin considerar un criterio de actualización estándar, por el contrario, se partió del criterio de fuentes en cuyo impacto deviene de su vigencia con los hechos observables que parte de la pregunta de investigación. Por lo que se aplicó el método PRISMA. Para el proceso de interpretación de resultados se consideraron los hallazgos más relevantes al respecto. Concluyéndose que, en tanto complexus filosófico de lo existencial, lo pragmático y lo realista, una trialógica dinámica que se dibuja y desdibuja en un vaivén de los movimientos sociales, donde desde el punto de vista epistemológico una variedad de autores en sus investigaciones han plasmado desde su posturas los significados de una sociedad de paz, una sociedad compleja, en donde el término paz no ha sido totalmente comprendido, discutido, pues en los actuales momentos en esta sociedad convulsionada, en los conflictos, las confrontaciones y las disidencias, han promovido tal como Bachelar lo dijo las rupturas en el conocimiento de la Paz , lo que sin duda, lo hace inacabado.

Palabras claves: La paz; La educación de paz; La cultura de paz.

 

Abstract

The study presented as a research objective to analyze from the conceptualization of the peace constructs in education and culture of peace from the contrast of implicit and explicit violence in society. It starts from a qualitative documentary approach, in whose search methodology it started from a conceptualization criterion of the constructs and theoretical approaches of authors from different sources without considering a standard update criterion, on the contrary, it started from the criteria of sources in which impact comes from its validity with the observable facts that start from the research question. Therefore, the PRISMA method was applied. For the process of interpreting the results, the most relevant findings in this regard were considered. Concluding that, as a philosophical complexus of the existential, the pragmatic and the realistic, a dynamic trialogical that is drawn and blurred in a vaivén of the social movements, where from the epistemological point of view a variety of authors in their investigations have shaped from their positions the meanings of a peace society, a complex society, where the term peace has not been fully understood, discussed, because at the present time in this convulsed society, in conflicts, confrontations and dissidences, they have promoted such as Bachelar said, the ruptures in the knowledge of Peace, which undoubtedly makes it unfinished.

Keywords: Peace; Peace education; The culture of peace.

 

Resumo

O estudo apresentou como objetivo de pesquisa analisar a partir da conceituação dos construtos paz na educação e cultura de paz a partir do contraste da violência implícita e explícita na sociedade. Parte-se de uma abordagem documental qualitativa, em cuja metodologia de pesquisa partiu de um critério de conceituação dos constructos e abordagens teóricas de autores de diferentes fontes sem considerar um critério de atualização padrão, ao contrário, partiu de critérios de fontes em que impactam vem de sua validade com os fatos observáveis ​​que partem da questão de pesquisa. Portanto, o método PRISMA foi aplicado. Para o processo de interpretação dos resultados, foram considerados os achados mais relevantes a esse respeito. Concluindo que, como um complexo filosófico do existencial, do pragmático e do realista, uma dinâmica triológica que se desenha e se desfoca em um vaivén dos movimentos sociais, onde do ponto de vista epistemológico uma variedade de autores em suas investigações moldaram a partir suas posições os significados de uma sociedade de paz, uma sociedade complexa, onde o termo paz não foi totalmente compreendido, discutido, pois no momento presente nesta sociedade convulsa, em conflitos, confrontos e dissidências, eles promoveram como disse Bachelar, as rupturas no conhecimento da Paz, que sem dúvida a tornam inacabada.

Palavras-chave: Paz; educação para a paz; A cultura da paz.

 

Introducción

A lo largo de la vida el ser humano viene transitando en los senderos de la incertidumbre en su forma de verla, sentirla y descifrarla. La vida ante su entorno, ante su naturaleza, ante sí mismo se traduce en un existencialismo pleno de la comprensión de su mundo y de la realidad. El ser humano desde su esencia juega ante los designios de la naturaleza, del universo, del ser vivo, el reconocido y el no reconocido a abrazarse metafóricamente con su verdad.

Ahora bien, a la luz de los sistemas naturales, sociales, políticos, económicos en una entidad llamada pueblo, convive en la diversidad hacia la búsqueda de la unicidad de los criterios de vida, en el marco de un equilibrio utópico pero tangible de toda posibilidad, en el pleno convencimiento de una formación del ser social. Ahora bien, ese ser social que es un alma desde la existencia de la sociedad y sus sistemas, un ser pensante, que observa y es observado; quien camina en un torbellino de la justicia, de los ideales y de la paz como principio supremo de una vida en sociedad está allí a la víspera de los nuevos caminos hacia nuevos horizontes en la búsqueda de la paz.

Sin embargo, es la paz un principio inequívoco de convivencia proactiva de un pueblo, ciudad, nación, país; más sin embargo a la víspera de un mundo más convulsionado por las discrepancia de la separación de los pueblos, del individuo y de su naturaleza, subyace su antítesis como una supremacía manifestación cotidiana en la actualidad, la práctica de la violencia en sus diferentes formas de representación, de tal manera que hoy se habla de tiempos de crisis o de revolución de los pueblos, como una ventana abierta a los horizontes de un mundo de la no violencia.

Es una era donde el hombre la tecnología, su conciencia. Su forma de conocimiento, sus saberes genuinos y empíricos se dinamizan en un círculo hermenéutico de transcendencia comprensiva, que busca darle una nueva mirada a la denominación de la paz en un contexto donde la velocidad en que se dan las cosas se configura en un abstracto comprensivo de la realidad misma vista desde el lente complejizado de la sociedad.

No obstante, hablar del tema de la paz en donde la globalización desde sus tentáculos ideológicos promueve la guerra como negocio y sistema de dominación de los pueblos, donde los valores toman forman desde diseños preestablecidos para la violencia pasiva, los sistemas axiológicos de la sociedad a la luz de una estructura impuesta subliminalmente por los medios masivos de comunicación, el ser humano ha sido deshumanizado, es una forma de agonía en su propia existencia que se configura en su práctica diaria de vida, desde el cómo se alimenta, como es criado en el seno de su familia y el cómo es educado en sistema alienígena de sus autenticidad.

Hoy el ser humano en deshumanización es el binomio complejo que se traduce ante sus desigualdades, en su forma de convivencia con la ausencia al respeto de su propia naturaleza y por ende de su existencia, un ser humano que se incluye en un individualismo solitariamente castrador de un mundo plurisocial, entre hermanos, donde el animal, la panta, la tierra, el universo requiere generar una topofilia transformadora. En tanto no es utópico sino una tarea compleja que subyace en comprender al ser humano desde sus vivencias, pues allí está el mensaje que, en sus lenguajes, en su semántica en sus símbolos de vida aún no se han podido descifrar y hacerlo fértiles ante un mundo enriquecido por naturaleza.

Desde la perspectiva descrita, los investigadores se plantea la siguiente interrogante: ¿La paz en la educación y la cultura de la paz, son constructos dinámicos vinculante en el contexto de una sociedad caracterizada por la violencia en sus diferentes manifestaciones?, de modo tal que se plantea el siguiente objetivo de investigación: Analizar desde la conceptualización de los constructos paz en la educación y cultura de la paz desde el contraste de la violencia implícita y explicita en la sociedad.

En vista a la relevancia del estudio teórico, se cree que los aportes en la descripción y conceptualización existente sobre el tema serán de punto referencial en términos de comprender el tema de la paz y la cultura de paz en un mundo tan complejizado por la violencia en todos sus escenarios, sobre todo en el contexto internacional donde en la actualidad parecía normalizarse la concepción bélica de las cosas. Por tanto, dentro de este marco se cree que la búsqueda bibliográfica no estará referenciada por los años de actualidad sobre el tema sino por la vigencia de conceptos y percepciones teóricas existentes sobre el tema de la paz y la cultura de la paz, aspecto que define los términos de la búsqueda en función a criterios teóricos relevantes y aportes de los investigadores desde la remembranza epistémica del tema.

Ha comenzado el momento de abrir los ojos cuan ser vivo que emerge de las entrañas de la madre, un parto entre la razón sesgada por la intelectualidad o tal vez a la víspera de una nueva forma de pensamiento, de la idea de las cosas, de la vida, un prisma ideológico repleto de genuidad y cristalizado por las luces del entorno social, de los saberes del intercambio entre los seres humanos y la simbiosis interpretativa de la premisa conducta de la especie natural. En el aquí y en él ahora, es donde se comienza a encontrar entre el dilema de aproximarme a una comprensión de la realidad desde la vivencia misma con el contexto, sus vivientes y complejas acciones que diariamente se dinamizan con lenguajes, cuyas connotaciones se elevan en una ciudad del pensamiento hasta ahora observada como un común y en el juicio valorativo de los  pensamientos por el contraste entre el deber ser y el ser en cuyo atrevimiento interpretativo señalo a Heidegger, quien planteó:

El ser es un concepto evidente por sí mismo en todo conocimiento en todo enunciado en todo comportamiento respecto de un ente, en todo comportarse respecto de sí mismo, se hace uso del ser, y esta expresión resulta comprensible sin más cualquiera comprende, el cielo azul; Soy feliz y otras cosas semejantes. (p. 15).

Premisas que muchas veces se someten a un desbalance que incurre en la más expresa acción del ser humano por el tener, por el cumplir, asunto que sin duda genera en el imaginario social una diatriba configurada en el consumismo desbastador del entorno de la misma naturaleza del ser humano, es entonces que en un atrevimiento de puesta en escena de la idea de investigación. La lógica interrogativa que se presenta en la víspera de una comprensión en la planicie de la cultura como categoría coexistente en el convivir del ser humano, en su propia naturaleza, en su propia forma de vida desde su Dasein, donde se expresa de acuerdo a los orígenes de la misma, una mirada de la historia en cuanto a su significado desde el reconocimiento propio de la naturaleza del ser humano que en palabras de los Hopi, Evehema (1992), quienes expresaron “el camino de la vida continua desde la vida en armonía con la naturaleza”, en tanto que ésta la misma es expresada en su propia existencia cultural. De tal forma es importante señalar que etimológicamente la palabra cultura proviene del latín Kultus, participio de colere que significa cultivar lo que por consiguiente da origen a palabras agricultura, avicultura entre otras.

No obstante, desde la perspectiva histórica y sobre la dinámica de vivencia del ser humano fue tomando un sentido figurado de su semántica condicionándola así al cultivo de cualquier facultad, de tal manera que es la antropología, la sociología, la psicología y las ciencias sociales en su dimensión caleidoscópica quienes matizan los rumbos epistémicos de la cultura como objeto de estudio.

En estos términos se tamizan las ideas del objeto de estudio desde una cosmovisión llena de controversias donde los momentos de la historia develan el tejido de significados y relaciones entorno a la definición de cultura dado al compromiso filosófico que esto implica en términos de la hermeneusis que en ella emerge en su dinámica de naturaleza humana.

Por ello es oportuno señalar a la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO, 1982) declaro que:

La cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo es ella, la que nos hace de nosotros seres específicamente humanos racionales críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y efectuamos opciones. A través de ella el hombre toma consciencia de sí mismo se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones busca incansablemente nuevas significaciones y crean obras que lo transciende. (p. 14).

Es entonces un prisma de ideas donde se hacen hermosos colores de comprensión de la vida del hombre desde su propia existencia y su inseparable naturaleza del vivir, donde lo inacabado es una constante diaria una dinámica de movimientos entre el pensamiento, la idea, la conciencia y el ser, un arcoíris complejo de la significancia del ser viviente.

En palabras de Platón “Hombres como prisioneros encadenados que únicamente pueden mirar el fondo de la caverna, donde se ven reflejadas las sombras de objetos que pasan detrás de ellos". Invita a la reflexión de la realidad actual quienes aún deciden estar en su “caverna” desde su ignorancia pretendiendo entender el todo, desconociendo tal vez la parte omitiendo sus relaciones, en términos de la paz entendiéndola desde la oscuridad de lo único que ven a diario, por ello en este transitar Heráclito aporta “lo opuesto es lo que nos conviene” una invitación a esa necesidad de buscar el significado tal vez de esa sombras a las que se conformó el hombre de la caverna, es una condición que te moviliza a la posibilidad de entender las cosas desde la relación y lucha de los contrarios, que permite el devenir como continuo sustancial del dejar ser.

Un dejar ser que se encuentra en palabras de Parménides desde esa relación del ser como “él es y es necesario que sea; el no ser no es y es imposible que sea”, en esta latente oposición del ser y el no ser se subyace la connotación del ser como un continuo e indivisible, del tal manera que representa desde toda existencia la esencia de las cosas, vistas estas desde los ángulos bien sea de la unidad y de la pluralidad con que Zenón expreso “la unidad se puede dividir y las partes seguirán teniendo magnitudes” en tanto se evidencia una sensible relación del principio hologramático de Morin. Ante estas similitudes Aporta Anaxágoras en su expresión “nada nace o perece, sino que todo es mezcla y separación de cosas que son” Lo que sin duda afirma la existencia del continuo humano en el devenir de la vida, la naturaleza y el entorno en ese estar conviviente del ser. Dando Aristóteles un significado en esta existencia de las cosas desde su término esencia refiriéndose “aquello que hace ser al objeto lo que es” de tal manera que desde este complexus filosófico se vislumbra un entramado que configura una visión profunda de la cultura y la paz desde la perspectiva misma del ser humano en Nous, en su devenir, en esa búsqueda constante del conocimiento, por tanto entendiendo los constructos mencionados de una retórica filósofa implica transcender el plexos propio de convivencia y sus diferentes dimensiones ante un entendimiento de la cultura de la paz.

En este orden de ideas, la paz muestra una perspectiva de convivencia desde los diferentes lentes con la cual es vista, de tal forma que fecundar el término implica a su vez caminar por los senderos de las acepciones que el hombre en su cotidianeidad a colocado, sin embargo, el vocablo en español proviene del latín paxpacis cuya semántica se le atribuye a la pacificación, por ello es importante señalar que esta nace de las aspiraciones más antiguas en los tiempos de guerra donde la paz era conocida como un proceso breve que trascurre entre dos guerras.

Paradójicamente, la búsqueda de la paz tiene su “parto” en el vestigio de las guerras, donde en un mundo de violencia sencillamente la necesidad de balance se puede traducir en el encuentro con su misma antítesis, la tranquilidad. Sin embargo, en estos tiempos, de revolución del pensamiento, de sociedades, de estructuras y de formas de convivencia, la misma presenta una resignificación semántica desde los empirismos propios de toda comunidad, pudiéndose expresar por consiguiente la llamada paz negativa y paz positiva dado a los diferentes eventos que la constituyen, donde se ven marcadas diferencias en su concepción, tal como lo plantea Jiménez (2009):

La paz negativa implica ausencia de guerra de violencia directa, mientras que la paz positiva supone un reducido nivel de violencia directa un elevado nivel de justicia. Por tanto, la paz negativa equivale más bien a lo que se denomina no violencia, mientras que la paz positiva seria la paz propiamente dicha. (p. 23).

De tal manera que resulta interesante esta tipología de la paz, más sin embargo a juicio particular se reduce a una división que necesariamente podría ser perjudicial en términos de la comprensión compleja que se busca partir de la prognosis del contexto de estudio donde se observa en forma sensible, las “caricias” de las sombras de la violencia disfrazadas de paz en un juego del lenguaje en tanto que conduce muchas veces a una consciencia/ inconsciencia del autoengaño de la aparente normalidad del cual iré hilvanando en un tejido complejo, donde el estudiante, la familia y el docente se ven articulados entre sus propias contradicciones en un torbellino de ideas, pensamientos y acciones donde muchas se divorcian de la realidad o del sentido teleológico del sistema de educación.

Por ello, a lo largo de un viaje a través del tren de la interpretación en los rieles del piso epistémico de los textos revisados y trabajos de investigación tales como: Misle y Pereira (2011), Goleman (2006), Stamateas (2012), Hoffman (2010) y Bautista en el (2011), de cierta forma permitieron un encuentro con la idea de investigación, siendo importante señalar que hablar de cultura de la paz en el contexto de la educación y desde la esencia de sus actores, la ocupación científica del mundo o del contexto internacional circunda en la importancia de socavar la violencia en todos sus niveles, formas y tipos, más sin embargo de acuerdo a la cohesión de las formas de comprensión desde las ideas expresadas por los autores consultados, la violencia tiene su génesis en el inicio mismo de la vida, pero ¿cómo impulsar este fenómeno hacia el paso de las luces que puede generar una visión caleidoscópica del asunto?.

 Según  La Declaración de los Derechos Humanos proclamada el 10 de Diciembre de 1948, se aprecia en su preámbulo la necesidad de darle criterio de poder a la paz, desde la premisa de la libertad y la justicia, en el marco de igualdad de derecho e impenetrables de toda distorsión de comprensión individualista al principio inequívoco de la familia humana, siendo ésta por definición el núcleo fundamental de toda sociedad; de tal forma que hace ya sesenta y cuatro años existe este escrito y sin embargo aún en el discurso social y en el poderío de las fuerzas de dominación de los sistemas colonizadores de la sociedad, tal como lo señala Galeano (1989) en su expresión “Las cortadas de la oligarquía confunden interesadamente la impotencia de una clase social con el presunto vacío de destino de cada nación… La hegemonía del mercado está rompiendo los lazos de solidaridad y haciendo trizas el tejido social comunitario” (p. 15), heridas abiertas que a la luz de una insistencia del lenguaje de la violencia, presentan diferentes perspectivas tal y como se percibe desde los medios de comunicación, el individualismo patrocinado por la malversación teórica comprensiva de autoestima, conjugaciones comunes “Primero yo, segundo yo, tercero yo y si queda después los demás”, con la apariencia de ser un valor para el individuo, la libertad entendida como libertinaje, la justicia omitiendo el carácter filosofal del símbolo con los ojos cubiertos, es decir, no ha de existir juicio de valor para implementar justicia, la objetividad que pretende omitir la subjetividad aun cuando ésta esta intrínseca en su esencia.

Desde este hilo conductor señala Bautista y Rueda (2011) quienes expresan:

¿Por qué la Paz? La sociedad acaba siendo un conglomerado de individuos a la deriva, sin autoridades morales creíbles y sin referentes colectivos en los que echar anclas y evitar el naufragio de la sociedad, la sola palabra crisis no convoca a un infierno. Es el miedo que se ha convertido en nuestra diaria compañía, el pánico a asumir la responsabilidad individual, el abandono colectivo todo ello obliga a reflexionar sobre la nueva realidad y a buscar alternativas que compensen la pérdida de antiguas referencias en muchas personas, la ausencia de referencia ética, tradiciones y de valores y el derrumbamiento de pautas culturales capaces de frenar los actos violentos destructivos (p. 230).

En concordancia con lo señalado , es una paradoja encontrarse con documentos elaborados para la paz, en un mundo donde la guerra es un negocio, esta curiosidad que abriga mis inquietudes en esta indagación, me acerca a la criticidad de las cosas desde la praxis misma de mi existencia, por tanto lo afirma Bauman (2004) quien dice “Nuestras ciudades son metrópolis del miedo” (p. 37), donde las luchas sociales emergen desde necesidades comunes que muchas veces se ven fragmentadas por las diferentes direcciones en que empujan las creencias y los valores de los individuos, estando en la afirmación antes señalada sobre la creencia de las acciones bélicas como negocio, en tanto epicentro de la ausencia de la cultura de la paz.

Sin embargo, es importante señalar que en el campo de la cultura de la paz, es mucho lo que se ha escrito, pero no se ha hecho participe el individuo del pensamiento de la humanidad, lo que significa que ciertamente estamos distanciados del “sabor” supremo de la paz por tanto Morin (1999) señala “Es necesario valorar al hombre si valoramos también la vida y que el respeto profundo hacia al hombre pasa por el respeto profundo hacia la vida, la religión del hombre insular es una relación del hombre inhumana” (p. 76) y la visión caleidoscópica en este sentido, propiciará caminos de encuentro a un hombre integral, que desde su insularidad ciertamente coexistirá desde su reflexión profunda de la vida como destello de la cultura de la paz. Muy bien lo señala Bautista y Rueda (ob.cit.) quienes expresan “La paz debería considerarse adecuadamente como la levadura de masa para hacer pan, en lugar de una rebanada de pan dentro del campo de las ciencias sociales y humanas” (p. 233).

 En tanto que, se ha venido observando como una parte aislada del mismo ser humano, tal y como lo expresa el pensamiento heidegeriano en cuanto a “el ser arrojado al mundo”, en ese juego filosofal de la relación hombre – mundo, ser que se enfrenta a sus miedos a un mundo que en sí mismo se revela como nada, pero que en la significancia de sus pensamiento el hombre emprende una permanente ejecución de su ser, en tanto que en su búsqueda de explicación de las cosas, su norte, su lógica no lineal se esconde ante las hazañas del oscurantismo social de tal manera que Prigogyni lo dice en su frase “La vida es el reino de lo lineal”, la cual en esa escondidilla del hombre que omite la interrelación que implica el fenómeno en todos sus colores o manifestaciones. Es un atrevimiento epistémico definir en forma concreta la paz, pues es una compleja taxonomía de su semántica lo que hace de ésta un término de belleza singular dentro de la pluralidad.

Por ello, en presencia de este universo en que unos habitan y otros conviven subyace la crisis, de tal forma que imaginándome el “pastel” de la comprensión de la realidad de la cultura de la paz y entendiendo que ésta debería ser la “levadura”, coincido estrechamente con los autores señalados, pues la paz como “levadura” en un contexto dialéctico implica comprenderla desde la complejidad donde no exista la fragmentación de las relaciones subjetivas del ser humano en aras de una comprensión relativa desde la concepción disciplinar, es decir , incluir en el episteme de la comprensión de la paz como accionar de las diferentes manifestaciones humanas y disciplinas de la ciencia, desde su integralidad para así entenderla, comprenderla y explicarla.

Tal como lo señala Balza (2013) “La visión de simplicidad y fragmentación de la realidad agota toda la posibilidad de comprender las transformaciones sociales y sus consecuencias en el desarrollo del ser humano” (p. 78). De tal forma que desde esta perspectiva la posibilidad de la multiplicidad, la dialogicidad en la realidad misma busco introducirme en esos factores de cambios ocultos que señala el autor, debido a que desde el fenómeno de estudio las dinámicas sociales de la relación trialógica que está intrínseca en su esencia.

En consonancia con lo descrito, se pone en manifiesto un camino a la paz desde la concepción de la no violencia, donde las necesidades del hombre, de la mujer, del niño, de la niña, del adolecente, del abuelo de la abuela, de la familia, han de verse resueltas desde la visión clara de una nueva construcción del pensamiento de igualdad, lejos de la idea consumista y desbastadora del ser humano, por lo que se expone como camino la austeridad, en donde cada ser humano tenga como vivir en equilibrio con su entorno. Pues una vez logrado esto ciertamente expone Parent (2009):

La no violencia es un modo de comportarse ante los acontecimientos, es una moral. Consiste en no devolver el mal por el mal, sino actuar para eliminar el mal. El diálogo es el arma (Término acuñado por Gandhi) de la no violencia. Esta acción se logra mediante la presión, cuando el diálogo se torna difícil o ante el rechazo de la parte violenta. (p. 25).

Visto de esta manera, no se trata de una utopía, generar una paz desde la no violencia, pues si se lograse desde la educación crear una cultura en donde el uno con el otro a pesar de sus acontecimientos del devenir de la vida comprende su otredad, entonces estaríamos en un diálogo supremo de los seres humanos camino a la mismicidad de su esencia de vida, lo que sin duda dejaría en sí mismo una fuerza suprema de comprensión del ser humano en sociedad.

Al respecto señala Bautista (2006):

La paz es el conjunto de situaciones en las que no se opta por la no violencia. Comenzando por el amor, la dulzura, el cariño, es decir, todos aquellos actos que son propios del ser humano y que muchas veces cuesta trabajo exteriorizarlo, para continuar con la hostilidad, la diplomacia, el intercambio, los tratados y las alianzas y ¿Cómo no? La regulación pacífica de conflictos. En definitiva, la paz es todo aquello que nos ayuda a ser más humanos, más felices. (p. 147).

Desde esta perspectiva, los valores juegan un papel importante en el desarrollo o logro de la paz. En tanto de acuerdo a su existencia, desde la praxis del ser humano, desde mismo imaginario social de una comunidad son una luz importante ante los vestigios de una violencia neutra o directa que de una forma u otra busca el desbalance de los sistemas sociales. Lo que significa que otros de los caminos hacia la paz se manifiestan en los senderos de la axiología de la sociedad. Por tanto, Pannikkar (1993) dice “la paz no lleva consigo la homogenización de todas las cosas sino la participación en el ritmo constitutivo de la realidad y la contribución armónica con este mismo, ya que nosotros también somos responsables de la armonía del universo” (p. 33). Una responsabilidad que se traduce en corresponsabilidad donde la visión planetaria del asunto sugiere una integralidad de las cosas. En consonancia con lo expuesta señala Pannikkar (1993):

La ausencia de paz interior alimenta guerras frías de todo tipo y da lugar a competiciones que acaban en derrotas, las cuales desencadenan en revanchas, declaradas o no. Por otra parte, es imposible gozar de verdadera paz interior cuando nuestro entorno humano y ecológico sufre violencias o injusticias. (p. 35).

En consideración a lo expresado, se puede entender como una pincelada a la cultura oriental de la importancia de la espiritualidad, ante la triada cuerpo-mente- espíritu, socializando los componentes mente y cuerpo como una analogía entre entorno-hombre, conciencia-hombre, en la cual el equilibrio con su propia naturaleza es una innegable posibilidad para alcanzar la paz, pues de lo contrario estaríamos condenados a una guerra fría, permanente en nuestra existencia. Por consiguiente, Abrego (2009) dice:

La paz Gaia es la dimensión ecológica o natural de la paz, que la parte occidental tiene que recuperar, pues es claro que no será posible un desarrollo humano sostenible para toda la humanidad, si no se respeta y se tiene en cuenta al planeta como un ser viviente, en íntima relación no solo con toda la humanidad, sino con todo lo inanimado, es decir, con el planeta en su conjunto (p. 154).

En sintonía con lo anteriormente planteado, es necesario reconstruir una cultura de la no violencia desde una perspectiva planetaria, entendida ésta como una cohesión simbiótica en esa relación humana sostenible desde la humanización del ser humano, en donde los valores se desdibujan y se vuelven dibujar en una abstracción de la vida en contacto directo con su naturaleza, como sistema complejo de su existencia. Una existencia que en palabras de Osho (2005) plantea “la existencia no puede dividirse, la existencia es un profundo unísono” (p. 17).

Este constructo sugiere una integración entre los términos cultura y paz, de tal manera que la cultura de la paz representa el camino hacia una educación para la paz, en términos de la comprensión de ambos fenómenos, por tal sentido es oportuno citar a Carvajal (2002) define: “La cultura de la paz se puede entender también como un tipo de contrato social que permite a las personas manejar los conflictos internos y externos en un ambiente de cooperación” (p. 34). Convención social que acaricia la idea de un ser humano de pensamiento flexible y complejo en tanto reconoce el conflicto desde la oportunidad de ser manejados desde la pluralidad de sus actores, lo que significa que la participación de todos es lo que hace una cultura de paz en términos de solución de conflictos. En este mismo orden de ideas dice Acebes (2011) expresa “la cultura de la paz tiene como tarea educar desde una visión integradora y transformadora de la realidad. Es necesario apostar por una educación activa y participativa así potenciar un pensamiento dinámico, flexible, crítico y generador de nuevas ideas” (p. 05).

Ante este hilo conductor de interpretación es importante señalar a Riso (2007) expresa:

La mente flexible no se conforma con una sola aproximación; vuelve a los mismos sitios en tiempos diferentes, con intenciones renovadas y miradas desprevenidas. Como un espiral en acenso, se renueva y crece en cada nueva incursión. El pensamiento flexible en un pensamiento totalizador. (p. 107).

Que desde la integralidad de la cosa acepta y convive desde la perspectiva de la diferencia, como elemento coexiste y generador de nuevas posturas ante la vida una posibilidad de dialogicidad entre fenómenos para la comprensión de una nueva situación. Siguiendo este orden de ideas, Boff (2006) expresa que:

La cultura de la paz comienza cuando se cultiva la memoria y el ejemplo de figuras que representan el cuidado y la vivencia de la dimensión de la generosidad de quienes nos habita, como Gandhi, Helder Cámara, Luther King y otros. Importa que hagamos las revoluciones moleculares (Gatarri), comenzando por nosotros mismos. Cada uno establece como proyecto personal y colectivo la paz como método y como meta, paz que resulta de valores de la cooperación, de la compasión y de la amorosidad, vividos cotidianamente. (p. 12).

De tal manera que es necesario recuperar la esencia de eso precursores de la paz, de la no violencia y de la cultura la paz propiamente, en tanto son semilla fértil de una educación para la paz, se trata entonces de reconstruir los caminos de la educación de estos hacia el acercamiento más humano del estudiante con su realidad espiritual y terrenal, en el marco de un sistema de valores éticos, sociales, morales y espirituales que conduzcan hacia un proyecto personal y social de la paz como fuente de vida. No obstante González (2008) dice:

Para propiciar el cambio social para hacer de este mundo un lugar más habitable, justo y solidario, es posible trabajar por la difusión e interiorización de la cultura de la paz. Los Estados, según las perspectivas jurídicos-políticas contemporáneas, tienen la obligación de propiciar estos cambios sociales, por lo que se deben poner en marcha (y de hecho existe de manera parcial) planes globales para el fomento de la cultura de la paz. Desde una perspectiva social creo que la cultura de la paz se irá introduciendo y asentando en nuestro mundo a través de los diferentes procesos socializadores y educativos. (p. 13).

Afirma el autor ciertamente esa posibilidad de cambio social ante el desafío de una educación cuyos procesos socializadores ahonden en una cultura de la paz desde la integralidad y el reconocimiento de la globalidad en un mundo complejo en los valores juegan un importante papel desde esa posibilidad de tener un mundo habitable en equilibrio desde esa relación hombre –sociedad – naturaleza. En consonancia con la comprensión del constructo señalado dice Cirera (2004):

La cultura de mediación y de resolución pacífica de los conflictos, es lo que nos gusta para designar un conjunto de valores y de normas que definen una manera de pensar, de hacer y de actuar en las relaciones que se establecen en la base de las instituciones sociales y por extensión en las educativas. (p. 07).

Por consiguiente el sistema axiológico se pone en manifiesto ante la posibilidad de concretar una cultura de la paz, de tal forma que el ser humano ante ese proceso de convivencia con su realidad, con su naturaleza y con su propia existencia se encuentra con el sistema de valores y de normas que le orientan su manera terrenal de convivencia, más sin embargo desde ese contexto existe una relación binómica valores y normas que sin duda implica un punto de luz ante el camino de la cultura de la paz.

Por consiguiente, el manifiesto 2000 por una cultura de la paz y la no violencia, documento escrito por un grupo de premios nobel de la paz con motivo de la celebración del 50 aniversario de la Declaración Universal de los derechos Humanos, en él se expresa seis (06) premisas que sustenta la cultura de la paz y la no violencia, expresando un conjunto de valores, principios de la existencia humana en sociedad, en tanto indican:

Figura 1: Manifiesto 2000.

 

Una relación de premisas importante e imperante ante una sociedad que busca los caminos de la paz, en medio de sus cegueras e imaginarios sociales que el ser humano ha construido a lo largo de la historia.

Por consiguiente, la UNESCO (2000) define la cultura de la paz como:

Un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida, basadas en el respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación. (p. 13).

Es en esta perspectiva de la UNESCO donde se vuelve a reconocer el significado axiológico de la sociedad y que el camino inminente hacia una cultura de la paz, ciertamente es a través de la educación en donde se propicie el diálogo desde el visón horizontal del ser humano integral.

En tal sentido señala Bautista (2009):

La cultura de la paz, rechaza la violencia en todas sus formas y está fundada en los principios de libertad, justicia, democracia, de tolerancia y de solidaridad, buscando dar solución a los problemas mediante el diálogo y la negociación para todos, el pleno ejercicio de sus derechos y la participación plena de todos y cada uno, para garantizar el desarrollo de la sociedad. La Cultura de la Paz, es pues, una cultura de la armonía social, en el respeto de los derechos humanos a la paz, que hoy encabeza la declaración de Luarca. (p. 123).

Una armonía que necesariamente mente requiere interpretarse como un balance social de convivencia del hombre en igualdad de participación, en tanto los principios de justicia y justicia puedan materializarse en una metódica democrática participativa desde la reflexión profunda de sus actores sociales. Por lo que la cultura de la paz, el camino de la no violencia se encuentra ciertamente en el pensamiento flexible del hombre en sociedad y desde su autorreconocimiento en una existencia integradora de respeto mutuo.

 

Métodos y metodología

El periodo de búsqueda partió de un criterio de conceptualización de los constructos y abordajes teóricos de autores de fuentes diversas sin considerar un criterio de actualización estándar, por el contrario, se partió del criterio de fuentes en cuyo impacto deviene de su vigencia con los hechos observables que parte de la pregunta de investigación. Por lo que se aplicó el método PRISMA. Para el proceso de interpretación de resultados se consideraron los hallazgos más relevantes al respecto. A fin de establecer los procesos descriptivos que den respuesta al objetivo de investigación.

 

Fuente: Elaboración propia.

Registros identificados a través de la búsqueda n=123,Registros identificados a través de otras fuentes n= 98,Fuentes después de eliminar los poco pertinentes n= 138
Fuentes seleccionadas n=120
Fuentes excluidos n=2
Fuentes con texto completo con posibilidad elegible n= 118
Fuentes incluidas para síntesis y revisión n= 118
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Figura 2: Diagrama de flujo PRISMA

 

Resultados y discusión

Es este mundo de complejizante razones de ver la vida, la existencia y el ser ha sido una posibilidad en este devenir investigativo el encontrarse con los mundos del otro desde una otredad de hacer ciencia, hoy el calidoscopio de la conciencia del ser humano es una brecha de infinitos horizontes que se abre a la luz de la incertidumbre permanente en la búsqueda de una certidumbre tácita en los vestigios propios de las relaciones humanas. El lenguaje de la sociedad hoy es una escucha y una permuta de significados de la dinámica hologramática de la educación, vista como epicentro y motor de toda acción reacción y resignificación de significados históricos, culturales y espirituales.

El reto de la educación está en transcender los modelos y las recetas del educar desde una estructura de lo diseñado desde el otro que no está en la realidad misma donde se desarrolla el acto formativo y transformador del compartir de saberes, de ideas de pensamiento y criterios en los modos de ver la vida, la educación como política de Estado abierta a las posibilidades de un currículo flexible y flexibilizante de los diferentes compromisos en los actores del contexto educacional. Hoy el docente es un ente que requiere ser dibujado y desdibujado continuamente en su praxis del devenir formativo para así acariciar las luces de una cultura de la de paz.

En el docente es necesario replantearse sus formas, métodos y metodologías de enseñanza, en tanto es un actor que se hace y se construye desde la existencia del estudiante y de la familia, de tal manera que necesita de la trialógica de los sujetos mencionados para atender con responsabilidad y cohesionar el conocimiento teórico en una dialéctica continua de permanente hermeneusis del todo.

La cultura de la paz pasa hacer una sumatoria de esfuerzos mancomunados desde la triada de tal manera que el papel que asume cada sujeto significante adquiere múltiples significados expresos en su cultura, en sus valores, en sus creencias, de tal manera que se traduce en una combustión afectiva de hecho y de derecho. La cultura de la paz es una transversal necesaria en la construcción de la nueva sociedad, de los criterios del pensamiento social transformador enmarcado en la solidaridad, participación responsable y corresponsable de los actores sociales.

En este sentido la idea expresa de educación para la paz presenta en una ontología del discurso que se muestra en su esencia como esa oportunidad de develar la necesidad propia de activarla en todas sus dimensiones y manifestación del continuo humano social. Pues es cierto que en este mundo de incertidumbre de la violencia cobrado significado emocional e intelectual que abunda en el principio inequívoco de desarrollar una cultura de la paz.

De tal manera que el principio regulador de un constructor de la cultura vista en una ontología del amor desde la praxis de una espiritualidad en el reconocimiento el respeto y la aceptación misma de la naturaleza y su propio equilibrio, las manifestaciones del amor como valor imperante en el significado de la paz integral es una oportunidad a reivindicarnos en y para la vida en sociedad.

Lo que significa, que hacer una cultura de paz no es un estricto juicio de la tarea de la cosa, ella está hecha, hay que redescubrirla en la propia esencia del ser humano, desde la visión del niño, de la inocencia con que él se hace conocedor de su existencia a su manera, es abrazar la posibilidad de un cuento de vivencias justas sin juicios de culpa sencillamente un horizontes de aperturas permanentes al acto de aprender desaprendiendo en un constante fluir los ciclos del desarrollo de la vida.

En este sentido, ese niño, ese estudiante que está allí como una flor en el planeta en espera de ser acariciada por la lluvia, embestida por el viento y cubierta por la luz que le hace ver las amenazas de su entorno para entenderlas en plenitud y comprender los significados subyacentes del caos como una oportunidad de crecimiento, en eso se traduce una cultura de la paz, desde la inocencia de la vida, la pureza de la razón y la apertura de diálogo permanente con la razón y el corazón.

De tal forma que desde una mirada ontológica  desde los sujetos significantes y el autor la Cultura de la Paz, se traducen en una esperanza de vida, no lo planetaria, sino también social, en especial para el pueblo venezolano, de tal manera que el Dasein de su existencia requiere ser rescatado en el abrazo sublime de la autodeterminación de los pueblos, de su estima social, desde el amor universal que despliega el universo axiológico como un entramado necesario de vivencias y convivencias permanentes, desde la escuela, la familia como actores relevantes en el campus teleológico para el disfrute y reconocimiento de la misma y su permanencia en el tiempo.

En tanto complexus filosófico de lo existencial, lo pragmático y lo realista, una trialógica dinámica que se dibuja y desdibuja en un vaivén de los movimientos sociales, pero que necesariamente se pasea por estas posturas, sin significar en concreto, una afirmación de la una o la otra. Sencillamente se ven manifiestas en el devenir mismo de la comprensión de la realidad desde la convivencia, Por tanto, a partir de la triada Estudiante - familia - Docente, las presencias de las cuotas de poder configuran desde lo pragmático y lo realista una ambigüedad peligrosa ante la presencia de una cultura de la paz, en tanto se colide en un punto crucial que la puede debilitar.

En este sentido, desde el punto de vista epistemológico una variedad de autores en sus investigaciones han plasmado desde su posturas los significados de una sociedad de paz, una sociedad compleja, en donde el término paz no ha sido totalmente comprendido, discutido, pues en los actuales momentos en esta sociedad convulsionada, en los conflictos, las confrontaciones y las disidencias, han promovido tal como Bachelar lo dijo las rupturas en el conocimiento de la Paz , lo que sin duda, lo hace inacabado.

 

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