Ciencias de la Educación
Artículo de investigación
Trascendencia
de la Educación Ambiental en la Escuela
Transcendence of Environmental Education in
the School
Transcendência da Educação Ambiental na
Escola
Correspondencia: gmrase1970@gmail.com
*Recibido: 23
de julio 2021 *Aceptado: 30 de
agosto de 2021 * Publicado: 09 de
septiembre de 2021
I.
Universidad
César Vallejo, Trujillo, Perú.
Resumen
Es
indiscutible la relevancia que ha cobrado en la actualidad el cuidado del medio
ambiente, por tal motivo se realizará una revisión acerca de la importancia de
la educación ambiental en las escuelas y el impacto positivo que esta puede
generar en la sociedad, tomando en cuenta las estrategias aplicadas en las
escuelas para sensibilizar a los estudiantes respecto a la importancia del
cuidado del medio ambiente en la actualidad.
Palabras claves: Cuidado del medio ambiente;
Educación ambiental; Escuelas; Medioambiente.
Abstract
The relevance that caring for the environment has
acquired today is indisputable, for this reason a review will be made about the
importance of environmental education in schools and the positive impact that
it can generate on society, taking into account the strategies applied in
schools to sensitize students to the importance of caring for the environment
today.
Keywords: Caring for the environment; Environmental education;
Schools; Environment; Transcendence.
Resumo
A relevância que o cuidado
com o meio ambiente adquiriu hoje é indiscutível, por isso será feita uma
revisão sobre a importância da educação ambiental nas escolas e os impactos
positivos que ela pode gerar na sociedade, tendo em vista as estratégias
aplicadas nas escolas para sensibilizar. alunos para a importância do cuidado
com o meio ambiente hoje.
Palavras-chave: Cuidado
do meio ambiente; Educação ambiental; Escolas; Meio Ambiente.
Introducción
La
preocupación por el cuidado del medio ambiente debería involucrar a todos los
seres humanos, y cobra particular importancia en un país como el Perú por su
condición de mega diversidad. La presente investigación busca asumir esta
responsabilidad, a partir del recojo y análisis de información para tener una
base sólida de conocimientos acerca de la metodología de enseñanza en las
escuelas sobre educación ambiental y que sea soporte primario para la toma de
decisiones en la solución de la problemática ambiental. El objetivo de la
investigación es realizar una revisión acerca de la importancia de la educación
ambiental en las escuelas y el impacto positivo que esta puede generar en la
sociedad.
En ese
sentido, la explotación masiva de los recursos naturales propiciada por la
Revolución Industrial se ha usado como justificación para el desarrollo y el
progreso económico de diferentes países del mundo quienes, en su afán de
asegurar cierto bienestar, promueven acciones que perjudican el medioambiente.
Así, la Educación Ambiental (EA) desde las escuelas contribuye a la formación
de sujetos y comunidades sensibles, responsables y éticas, que aborden las
problemáticas generadas en el medio natural, comprendiendo su complejidad y
participando de manera activa y propositiva en la toma de decisiones que
beneficien su entorno.
Visto así, el
fomento de una cultura ética y responsable se convierte en la base fundamental
de la Educación Ambiental, donde la formación en el saber, el saber hacer y el
saber ser, incide significativamente en la manera como los sujetos se
relacionan entre sí y con la naturaleza. Solo cuando el docente considere la
Educación ambiental como una práctica social que necesita para su comprensión,
para aproximar la realidad académica de los estudiantes a la experiencia
cotidiana, para analizarla, comprenderla y actuar con capacidad crítica tanto
en la propia vida como en la búsqueda de soluciones a las problemáticas que enfrenta
a diario la humanidad, será posible hablar de una Educación Ambiental para la
vida. La Educación Ambiental invita a ir más allá en un proceso transformativo
en lo que concierne a la relación individual y colectiva con el medio natural.
Esto sólo es posible en un proyecto de reconstrucción de las relaciones entre
sociedad y ambiente, entre cultura y naturaleza.
Se hace
necesario identificar propuestas pedagógicas que aborden los procesos de
enseñanza y aprendizaje. De nada sirve optar por una Educación Ambiental
interdisciplinar y sistémica, si no se entiende cómo aprenden los estudiantes,
y aún menos la forma en la que se les puede facilitar el cambio que se
considera deseable.
Así, para que
se produzca una transición de formas de pensamiento y actuaciones simples a
otras más complejas, es necesario propiciar la construcción gradual y
progresiva de una forma diferente de ver el mundo, que permita no sólo
informar, persuadir y convencer, sino que transforme en profundidad lo que
piensan y hacen las personas. Alcanzar esta meta requiere generar reflexión en
torno a la forma respecto a cómo se enseña el curso de Ciencia y Tecnología en
la educación básica y la manera en que se integra a la Educación Ambiental, de
manera que se puedan evaluar las relaciones entre los principios, conceptos,
procedimientos e intereses que caracterizan la enseñanza en el medio
estudiantil. Bajo la preocupación por generar otras reflexiones en torno a la
práctica docente y su aporte a la formación de las nuevas generaciones.
Al referir la
forma de enseñar el curso de Ciencia y Tecnología en la educación básica es
vista con preocupación ya que principalmente se toma la ciencia como un proceso
terminado; es decir, algo que ya ha sido descubierto por otros y que debe ser
transmitida por aquellos que dicen conocerla. La consecuencia de ello es un
sesgo respecto a la posibilidad de concebirla como actividad social y
vivencial, impidiendo la comprensión de la complejidad del medio ambiente, y
las relaciones inherentes que se deben dar entre los individuos, su cultura y
la naturaleza.
Pareciera que,
al referir los procesos de enseñanza y aprendizaje de Ciencia y Tecnología, se
olvida que la ciencia es una actividad humana, hecha por personas y como
explica Furman (2009) conlleva dudas, pasiones e
intereses, que trabajan en instituciones dentro de una determinada sociedad y
en un momento histórico específico. El afán de trasmitir definiciones
conceptuales, modelos de pensamiento y teorías irrefutables, conduce
equivocadamente a la planeación y desarrollo de programas de estudio que
enfatizan sólo en el aprendizaje de contenidos que no hacen referencia a la
complejidad del entorno, sino al método y a los resultados hallados en estudios
bajo condiciones sociales, políticas, económicas y culturales diferentes y
aisladas a las problemáticas que viven los estudiantes.
Bajo algunas
consideraciones tradicionales, en la enseñanza de la Ciencia y Tecnología se
cree que los conceptos generados por los investigadores son verdades absolutas.
Como ejemplo de este hecho se presentan algunas prácticas de laboratorio, que
con frecuencia abandonan su verdadero propósito como ejercicio de investigación
para convertirse en una repetición monótona de procedimientos que, de algún
modo, permiten a los estudiantes descubrir verdades ya establecidas por otros.
El problema
radica en que educar con estas prácticas a los niños y adolescentes solo da pie
a una recreación del espacio de los eruditos en la materia. Meinardi
(2010) explicó, al respecto, que las prácticas de laboratorio o trabajos
experimentales usualmente siguen recetas, por lo que, si no se ponen al
servicio de una demanda cognitiva, las actividades no están dando cuenta de lo
que hacen los científicos. Si bien podrán ser usados con el intento de cambiar
de aire, salir del aula, interesar a los estudiantes, enseñar las técnicas del
laboratorio o cualquier otra razón que le resulte útil al docente, eso no es
hacer ciencia.
En ese
sentido, reflexionar sobre la enseñanza de la Ciencia y Tecnología y la educación
ambiental implica adoptar una posición crítica frente a los contenidos del
currículo, que al presentarse de forma fragmentada y descontextualizada pocas
veces beneficia su comprensión y la del medio ambiente que deberían tener los
estudiantes para lograr entender su complejidad.
En el
ejercicio de análisis e identificación de causas y consecuencias, los
estudiantes se ven como sujetos ajenos al problema, es decir, como personas que
posiblemente por su edad o forma de vivir no tienen ninguna responsabilidad ni
con las problemáticas ni con la formulación de posibles soluciones. De esta
forma, se describen como hechos anecdóticos ajenos a su experiencia, donde
otros son los causantes y quienes deben solucionarlos.
Al respecto,
existe la creencia de que los problemas ambientales son generados por elementos
ajenos a los ciudadanos (industrias, ciudades, agricultura…) y que, por lo
tanto, su solución debe proceder de las instituciones en las que los educandos
no participan. De este modo, se propicia el conocimiento de los graves
inconvenientes del entorno, pero se crea una frustración o inhibición, al
percatarse de la dificultad de poder actuar en su resolución. (García y
Rosales, 2000).
En cuanto a
las consideraciones señaladas, los propósitos de la Educación Ambiental deben
estar enmarcados en la posibilidad de generar reflexión y análisis en torno a
la relación del hombre consigo mismo, con los demás y con su hábitat. No se
puede enseñar lo que existe en los libros y pretender que, bajo la repetición y
memorización, la enseñanza de la Ciencia y Tecnología y el cuidado del medio
ambiente trascienda en la reflexión que los sujetos y las comunidades pueden
hacer sobre la complejidad del entorno.
De este modo,
organizar el currículo de las materias de educación ambiental en bloques
temáticos de carácter conceptual puede proporcionar estructuras conceptuales,
pero no por ello los docentes tienen criterios claros para organizar y aplicar
lo necesario para su aprendizaje. Así, los docentes que imparten el curso de
Ciencia y Tecnología y tal vez de todas las áreas de un plan de estudios, deben
adoptar una posición crítica no solo frente a lo que aparece en el currículo,
sino también, sobre la manera en que se sugiere y muchas veces se exige
enseñar.
Adoptar esta
posición hace posible que se reconozca en primer lugar, que la organización del
currículo debe relacionar las estructuras conceptuales de la disciplina con las
problemáticas del entorno propio del estudiante, teniendo en cuenta lo que le
interesa y le preocupa a él y a su comunidad, En segundo lugar, que los
criterios para revisar la manera de enseñar deben estar orientados a ofrecer al
alumno la posibilidad de desarrollar habilidades y destrezas de pensamiento que
hagan posible que piense y actúe sobre dichos contextos. En tercer lugar,
volver sobre la problemática ambiental supone una exigencia a todos aquellos
que la refieren, posiciones de autocrítica y autoevaluación, como sujetos
causantes y actuantes constituidos como parte de lo que sucede en su espacio.
Poner en
consideración las preguntas de qué, cómo y para qué enseñar la trascendencia
del cuidado del medio ambiente, conlleva a diseñar objetivos precisos para la
transmisión de conocimientos de Ciencia y Tecnología, que promuevan en las
nuevas generaciones la posibilidad de interpretar y profundizar el conocimiento
de la naturaleza, cómo funciona y cómo debe protegerse.
Esto, obliga a
profundizar en el conocimiento de la dinámica de los componentes
socioculturales del ambiente para comprenderlo como totalidad, sin perder de
vista el contexto natural en el cual se desenvuelven los alumnos. Estos
elementos que se encuentran en permanente interacción deben ser estudiados y
analizados en el marco de los factores referenciales espacios temporales.
Al tener
claridad sobre el proceso, los objetivos y los medios para concretarlos, es
viable que el estudio de la Ciencia y Tecnología pueda orientar a las
instituciones educativas a que promuevan, desde diferentes asignaturas, una
formación ética y responsable con el medio ambiente.
Es fundamental
que las instituciones educativas se busque construir una cultura de convivencia
con el medio ambiente desde la comunidad educativa, a partir de los proyectos
pedagógicos ambientales que identifiquen la potencialidad, la problemática y la
alternativa, y que permitan dinamizar ambientalmente el currículo a través de
programas de protección, manejo y desarrollo integral sustentable.
Esto solo es
posible cuando desde la cotidianidad de los estudiantes, se aborda un tema ambiental
relacionado con su propia vida o toman de base un problema concerniente a su
realidad ambiental y se establecen relaciones para la resolución de problemas
que sean interdisciplinarios y busquen la integración directa en la formación
integral del individuo, preparándolo para actuar consciente y responsablemente
en el manejo del ambiente.
En resumen, se
facilita, desde una visión interdisciplinaria, la comprensión de las complejas
interacciones existentes entre las sociedades y medio ambiente, favoreciendo un
mayor y mejor conocimiento de los procesos ecológicos, económicos, sociales y
culturales en los que se asientan (González, 2016).
Solo así, la
enseñanza de la Ciencia y Tecnología puede ser pensada como una herramienta
para la comprensión de lo que sucede a nivel global y local (Niño, 2012) que
ofrezca bajo el ejercicio de investigación e indagación permanente, la
posibilidad de desarrollar competencias y habilidades de pensamiento en las
nuevas generaciones de ciudadanos, con el afán de contribuir a la toma de
decisiones y a la generación de propuestas de solución frente a las
problemáticas del medio ambiente.
Vista así, la
Educación Ambiental contribuye sustancialmente a la formación de una sociedad
más solidaria y responsable, en la medida que logre conseguir cambios
actitudinales y de comportamiento de las nuevas generaciones frente al cuidado
y protección de la naturaleza. Por esta razón, los docentes deben fomentar,
desde la organización del currículo de Ciencia y Tecnología, una mejor manera de
enseñar en la que se promueva, a su vez, una posición crítica y reflexiva que
genere otras maneras de percibir la relación del sujeto con el medio ambiente.
Así también, que se propague el compromiso de la ciudadanía con los procesos de
cambio social, cultural y económico que son precisos para el logro de un
desarrollo humano sustentable, con valores, actitudes y aptitudes disponiendo
así de criterios propios, en las relaciones que mantiene con otras personas, y
en las de todos con el medio ambiente (González, 2016).
La enseñanza
de la Ciencia y Tecnología debe procurar que, como parte de la formación de un
ciudadano ético y responsable, se valore la ciencia como un ejercicio de
aplicación personal que ofrece por un lado, la posibilidad de analizar desde otros
puntos de vista la dinámica, los cambios y la transformación del entorno, y por
otro lado, la oportunidad de orientar procesos de motivación permanente en el
aula de clase que conlleven desde la investigación - acción a la formación del
espíritu crítico y reflexivo de los estudiantes.
En la medida
que el docente no se limite a referir sólo los aportes científicos en los
procesos de enseñanza y de aprendizaje, el estudiante podrá tener elementos de
juicio más claros que le permitan comprender su entorno y la dinámica generada
por procesos naturales y antrópicos con una mayor orientación hacia la
motivación intrínseca y el deseo de aprender, es una condición esencial para
que el alumno se implique en un aprendizaje autónomo y tome decisiones
estratégicas respecto a su aprendizaje (Pozo y Gómez, 2000).
Se debe
enfatizar el papel de la Educación Ambiental dentro de los elementos
conceptuales de la Ciencia y tecnologia, generará en
los estudiantes la comprensión de la complejidad del mundo y hará que ésta
trascienda sobre la manera como ellos se relacionan con la naturaleza, de lo
contrario seguirá siendo una materia más en el currículo, que debe ser cursada
como requisito para lograr un diploma. La reflexión y las iniciativas que se
han desarrollado en relación con la creciente aproximación entre las Ciencias y
la Educación Ambiental, se inscriben en la dinámica de complementariedad para
la enseñanza de estos dos campos de acción educativa.
Por una parte,
la Ciencia y Tecnología adoptan cada vez más una perspectiva que relaciona la
ciencia y la tecnología con el medio ambiente, anclando de esta manera la
actividad de la ciencia en las realidades sociales de las nuevas generaciones.
Por otra parte, el campo de acción de la Educación Ambiental se ha desplegado
en una diversidad de corrientes a través de las cuales es posible interpelar de
manera sistémica, la interrelación de la ciencia con el mundo, de tal forma que
la Ciencia y Tecnología y la Educación Ambiental necesitan cruzarse de diversas
maneras complementarias para lograr que el proceso de enseñanza y de
aprendizaje sea significativo e integral para estudiantes y comunidades, al
permitirles entender la complejidad de
su realidad y su entorno.
Metodología
El diseño fue
cualitativo, el tipo de estudio es de revisión. Ello en la medida que la
finalidad de este tipo de artículos es recopilar la información más relevante
de un tema específico. Su finalidad es examinar la bibliografía publicada y
situarla en cierta perspectiva (Vera, 2016).
La búsqueda de
la información para la revisión de literatura se hizo consultando las
siguientes bases de datos como son: Proquest, Scopus, Scielo y Science para encontrar revistas del más alto nivel
científico. Asimismo, cabe mencionar que para la realización de lo mencionado
se emplearon también palabras clave como Cuidado del medio ambiente, Educación
ambiental, Escuelas, Medioambiente, Trascendencia.
Cada uno de
estos descriptores se combinaron entre sí durante la búsqueda utilizando los
operadores boléanos “and” y “or”. Además, se hizo uso
de criterios de inclusión para hacer muchos más específica la búsqueda y ser
más precisos con los documentos encontrados en las diferentes bases de datos
consultadas.
Los criterios
de inclusión fueron: que sean artículos con antigüedad de la publicación no
mayor a 5 años y que la temática guarde relación con la variable Educación
ambiental. Se excluyeron, en tanto, todos los documentos que no respetaran lo
postulado, así como aquellos que estaban incompletos o que tenían enlaces
averiados. Con ello, se recabaron 50 artículos que contaban con lo
especificado.
Desarrollo y discusión
La gestión
ambiental tal y como se debería entender incursiona en una amplitud de temas,
incluyendo aquellos con implicancias políticas, económicas, ambientales y
sociales (Morales et al. 2019). En ese sentido, en la revisión se encontró
documentación que abordaban la Educación Ambiental desde sus nociones básicas,
sus características, las normativas internacionales que la amparan, su
presencia en diversos contextos geográficos, así como el vínculo existente al
ser parte de la currícula del curso Ciencia y
Tecnología y el rol de los diversos actores involucrados en este proceso como
los Gobiernos, las Instituciones Educativas, los docentes y estudiantes. Con
ello planteado, se procede al desarrollo y discusión de los resultados.
Concepciones sobre la educación
ambiental
Actualmente
han surgido nuevos problemas ambientales como el cambio climático, salud
ambiental y bienestar ambiental (Meejeong y Hyungson, 2017) lo que ha generado un incremento en la
preocupación por el cuidado y la conservación del medio, así como la enseñanza
de preservación del medioambiente los cuales erigen como temas de vital
importancia (Barroso, 2018; Choi et al. 2017).
Ello ha
culminado en la actual crisis ambiental (World Economic Forum, 2019) vinculada a
los sistemas de producción y las prácticas que fundamentan la economía del ser
humano que derivan en depredación y contaminación. Estas actividades provocan
la contaminación del aire, el agua y el suelo, por ejemplo, al producir
residuos de la industria y enviar gases de efecto invernadero a la atmósfera (Ratnatunga & Balachandran,
2009 citados en Ratanasongtham et al. 2019).
Figura 1. Esquema de problemas ambientales
Recursos ------- Producción -------- Desechos
Depredación
Contaminación
Fuente. Foladori (2018).
Así, la
educación ambiental surge como necesidad para combatir y tratar de revertir el
daño causado al planeta por los excesos y la sobre explotación de los recursos
naturales por parte del ser humano (Molina, 2019). No se puede seguir pensando
en enfrentar la complejidad de los incesantes y acelerados cambios, sin
realizar una revolución de la educación y, por ende, en el pensamiento de las
personas (Gamboa et al. 2020).
La educación
ambiental es un proceso pedagógico que se da en medios tanto formales como no
formales e informales (Prosser y Romo-Medina, 2019) e
implica un proceso actitudinal con base en las creencias ecológicas, los
valores y las normas o sentimientos de obligación moral hacia la conducta
ecológica (González, 2016) y acorde con Ospina y González (2021) esta debe
tener un enfoque amplio para potenciar la crítica e innovación, de tal forma
que los alumnos sean capaces de formar
una opinión acerca de los problemas socio-ambientales, pero, además,
sensibilizar a las nuevas generaciones hacia un pensamiento para desarrollar
métodos concernientes al cuidado del ambiente y tomar acción al respecto
(Castillo y Cordero, 2019; Pulido y Olivera, 2018).
Gomera (2018)
hace referencia a que el compromiso sustentable de la sociedad debe tomar a la
variable ambiental como un valor integrado en las decisiones diarias, pues este
supone el grado adecuado de conciencia ambiental a partir de unos niveles
mínimos en sus dimensiones cognitiva, afectiva, activa y conativa. Además,
porque, como señala Díaz et al. (2019) la educación ambiental abre la
posibilidad de avanzar hacia niveles de vida dignos y saludables.
Aunque lo
común es que se vea en los procesos educativos a la naturaleza desde una óptica
predominantemente utilitarista y con una perspectiva de crecimiento material y
explotación de recursos (Arredondo et al. 2018), la educación ambiental se
presenta, en consecuencia, como una herramienta social para el cambio teniendo
como contexto la escuela, entendido también como un espacio de cambio social
(Montoya y Russo, 2017).
Características de la educación
ambiental
La educación
ambiental es un elemento indispensable para la resolución de la problemática
que enfrentan las sociedades actuales, en el sentido de equilibrar el ambiente
en el que se desenvuelven como agentes transformadores del medio cultural,
político y económico. Esta, debe desarrollar en las comunidades la capacidad de
observación crítica, de comprensión y de responsabilidad hacia el medioambiente
que se caracterice por su impulso a la mitigación de los problemas.
Un principio
fundamental de esta es el de la contextualización del contenido al
medioambiente donde vive la comunidad estudiantil, de ahí que sea por
excelencia comunitaria, pues la comunidad es su campo fundamental y sus
problemas deben formar parte del contenido de las actividades (Corral, 2018).
Al respecto de
esto último, todos los lineamientos oficiales de la educación ambiental que proclaman
la “participación de las organizaciones de la sociedad”, o “promover la
vigilancia social”, o bien, la “recuperación de ecosistemas”, y que vienen de
parte del educador como del educando, deben estar alineadas a las políticas de
desarrollo y cuidado ambiental del Gobierno (Banda, 2019).
Por ende, para
la educación ambiental, al igual que para cualquier práctica educativa que
pretenda afirmarse como un proyecto social y cultural, el desarrollo
comunitario constituye una referencia clave (Caride,
2018). Es así que, educación y ambiente se integran de un modo inequívoco,
tratando de transferir autoconfianza y protagonismo a las comunidades y a los
diferentes grupos sociales que las articulan, para convertirlos en sujetos del
proceso de desarrollo y no en meros objetos de este.
Impacto en docentes y estudiantes
Las escuelas
juegan un papel importante en la creación de un futuro mejor (Ghafari et al. 2017). Matten y
Moon (2017) sugieren el desarrollo de acciones educativas respecto a la
educación ambiental desde edades escolares tempranas superando, como explican
Leyva et al. (2017), las insuficiencias en el aprovechamiento de las
potencialidades que brindan los contenidos de la asignatura de Ciencia y
Tecnología para vincularlos con la educación ambiental.
De cualquier
forma, es clave reconocer a los estudiantes no sólo como individuos sino como
una "comunidad" de un territorio, con un pasado y un futuro común,
desde la cotidianeidad hasta su progresiva integración en realidades, sin
renunciar a mejores y más dignas condiciones de su calidad de vida. Todo esto
ha de conducir hacia un nuevo orden social y económico fundado en la gestión
ambiental comunitaria, en cuyo seno se trata de facilitar a las poblaciones
locales los apoyos y medios mínimos necesarios para que desarrollen su propio
potencial autogestionario en prácticas productivas ecológicamente adecuadas,
mejorando sus condiciones de existencia y elevando su calidad de vida conforme
a sus propios valores culturales.
Figueroa et
al. (2019) resumen en un listado lo que implican las acciones ambientales
mediante un programa educativo en los alumnos:
1) Aprenden a detectar problemas
ambientales y a tomar decisiones para mitigarlos.
2) Obtienen una mayor conciencia
ambiental.
3) Comprenden lo importante y necesario
que es cuidar el ambiente.
4) Realizan las acciones ambientales
conscientemente y motivados por hacerlo.
5) Aprenden a trabajar en equipo
reforzando vínculos como amigos y compañeros.
6) Se sienten emocionados y satisfechos
con los resultados obtenidos.
7) Fomentan valores como la solidaridad,
disciplina, responsabilidad, compromiso y amor a la naturaleza.
8) Aprenden a hacer un informe de
actividades y experiencias ambientales.
9) Desarrollan las competencias genéricas
y disciplinares que marca la nueva reforma educativa.
A través de la
práctica pedagógica de sus docentes, posibilitan que los niños construyan un
vínculo afectivo con la naturaleza y experiencias de solidaridad y respeto a
través de la convivencia, ambas desarrolladas con intencionalidad por los
docentes (Saheb y Gureski,
2019).
El
conocimiento veraz y pertinente sobre el medioambiente, junto a la comprensión
de su comportamiento, manejo adecuado y racional, permitirá la participación
responsable y eficaz en la prevención y solución de los problemas ambientales
por parte de la comunidad, para contribuir en mejorar la calidad del entorno
natural. Dicho proceso educativo es clave en la formación de convicciones y
actitudes éticas, económicas y estéticas, que constituyen la base de una
disciplina hacia el medio ambiente, garantizando su protección, mantenimiento y
preservación (Avendaño, 2018).
Conviene
subrayar que, entre los mayores cómplices a la hora de promover la Educación
ambiental con una intención pedagógica y unas estrategias ambientales diseñadas
y definidas, se encuentra la creatividad y la participación por parte del
docente y sus estudiantes, puesto que el proceso de aprendizaje se vuelve
reciproco, interdependiente, intersubjetivo, critico, reflexivo, significativo
e innovador (Moscoso y Garzón, 2017).
La educación
ambiental representa la significativa responsabilidad de formar a las
generaciones en los valores que les permitan tener una relación ética, social y
científica y una responsabilidad adecuadas, con respecto a su medio natural,
dentro de las dinámicas del desarrollo (Henao y Sánchez, 2019).
Educación ambiental en América
Acorde con
Turro et al. (2017) citados por Martínez et al. (2018) señalan que en Cuba
existe una política ambiental bien definida que se revela en su Constitución en
los lineamientos del VI Congreso del
Partido Comunista de Cuba, la Ley 81 del
Medio Ambiente, el ordenamiento y completamiento de la legislación ambiental,
el fortalecimiento institucional para la atención sistemática y racional al
medio ambiente en las comunidades, la inclusión de la temática ambiental en los Programas Ramales de
educación, la investigación científico-técnica y el perfeccionamiento de la
política y de los instrumentos de gestión y educación ambiental.
En tanto, en
Guatemala, el sistema de gestión ambiental se aborda desde la perspectiva
conceptual con tres importantes etapas que se listan seguidamente en donde se
destacan la historia del derecho ambiental (Castillo, 2019).
- Aquella en que la protección del ambiente
no era sino un elemento casual en las regulaciones referidas a la salud, la
propiedad o las buenas costumbres
- Aquella en que el ambiente era
reconocido de manera sectorial, como el caso de Leyes forestales, regulaciones
sobre caza, pesca o minería.
- La actual, en donde se considera al
ambiente como bien jurídico y se regula de manera holística, como la Ley de
Protección y Mejoramiento del Medio Ambiente
Asimismo, en
la Constitución Política de la República de Guatemala, se eleva el tema
ambiental a la más alta instancia legal nacional y se tiene presencia en los
artículos 64; 97, 8.
En Ecuador, la
legislación ambiental está contenida en la Constitución y se plasma en la Ley
de Educación y Ley de Gestión Ambiental. Además, Veliz (2017) señala que existe
mayor compromiso sobre el mejoramiento de la Educación Ambiental en las
escuelas particulares que en las fiscales. Esto se traduce en la disponibilidad
de infraestructuras educativas, espacios físicos, material educativo,
laboratorios, entre otros, destinados para su uso, que permiten tener mejores
condiciones para el proceso de aprendizaje.
Flórez et al.
(2017) detalla el caso colombiano, donde la Ley General de Educación (115 de
1994) establece la obligatoriedad de la educación ambiental en las instituciones
educativas del país y el Decreto 1743 de 1994 plantea como estrategia para su
incursión en la escuela, la implementación de los Proyectos Ambientales
Escolares-PRAE, los cuales se llevan a cabo a partir del reconocimiento del
contexto y las problemáticas ambientales existentes, con el fin de buscar
alternativas de solución. La estrategia PRAE se fortalece con la Política
Nacional de Educación Ambiental del 2002 y la Ley 1549 de 2012.
Chile, por
ejemplo, considera a la Educación Ambiental como un Objetivo de Aprendizaje
Transversal (OAT), de modo que se instaura en la educación desde un lineamiento
curricular transversal a todas las disciplinas, teniendo como función la
construcción de valores, conocimientos y relaciones que favorezcan a la naturaleza
y sus recursos. Además, desde la creación en Chile del Ministerio del
Medioambiente, en el 2010, el país se ha esforzado por establecer medidas y
lineamientos institucionales y educativos para fomentar el desarrollo
sustentable, con la finalidad de mejorar la calidad de vida de las personas
(Herrera y Ríos, 2017). No obstante, Torres et al. (2017) indica que, en la
actualidad, la Educación Ambiental les significa a los profesores chilenos
exigencias adicionales para las cuales la mayoría no ha sido formado. Es por
esta razón que surge la necesidad que los docentes se formen integralmente,
puesto que su labor es hacer uso de las herramientas para producir un cambio
profundo en los hábitos y conductas en relación con el ambiente y así realizar
la transformación del sistema escolar.
En Argentina,
Martínez (2019) indica que la educación ambiental se establece como un pilar en
la propia Constitución Nacional, también se plasma en la Ley N°20.206 (Art.
89), asimismo en la Ley General del Ambiente N°25.675 (art. 2). Y, se tiene
como autoridades competentes los Consejos Federales de Medio Ambiente (COFEMA)
y de Cultura y Educación, la implementación de planes y programas en los
sistemas de educación formal y no formal. Las jurisdicciones en función de los
contenidos básicos determinados instrumentarán los respectivos programas o
currículos a través de las normas pertinentes.
La comprensión
de las necesidades e intereses ambientales por parte de los estudiantes como
eje de cambio social, es primordial para la sistematización de la información
que permita aminorar el deterioro ambiental y cimiente las bases de una
conciencia socialmente responsable. Los niños y adolescentes al ponerse en
contacto con la naturaleza no sólo aprenden a conservarla y admirarla, sino que
desde temprana edad también aprenden a quererla lo que es una oportunidad el
potencial desarrollo de los estudiantes.
Norma ISO 14000
La familia ISO
14000 acoge a las normas internacionales que se refieren a la gestión ambiental
de las organizaciones; es decir, son el conjunto básico de normas utilizadas
por las organizaciones para diseñar e implementar un sistema de gestión
ambiental eficaz (SGA) (Joy, 2019).
La ISO 14001
no fija metas ambientales o metas ambientales a alcanzar (requisitos para la
prevención y reducción del impacto de la contaminación, por ejemplo), como
resultado de la posible consecución de los cuales se obtendría un certificado.
Más bien, esta norma establece requisitos que definen los sistemas operativos a
cumplir dentro de las empresas en relación con las actividades que tienen un
impacto ambiental (Nierzwicki, 2006 citado por Živković, 2016). Su objetivo básico consiste en
promover la estandarización de formas de producir y prestar servicios que
protejan al medio ambiente, minimizando los efectos dañinos que pueden causar
las actividades organizacionales (Uribe y Bejarano, 2008).
El sector
educativo ha sido ignorado en gran medida en términos de impacto ambiental,
pero las consideraciones ambientales y el impacto en las escuelas que puede ser
grande. Sin embargo, existen diferentes áreas que presentan una enorme
importancia para entender los beneficios de la norma ISO 14001 en las
instituciones educativas (Nuevas Normas ISO, 2016).
- Utilidades: las universidades y
escuelas son grandes consumidores de electricidad y gas.
- Agua: con más de un cuarto de millón
de establecimientos sólo en los EEUU, el agua de consumo de estos edificios
será significativo.
- Consumibles: los centros de enseñanza
son grandes compradores, desde artículos que se utilizan a diario, equipos
informáticos, mobiliario, equipos deportivos y servicios para sus
instalaciones, además cada centro genera su propio impacto ambiental.
- Los desperdicios de alimento y el
reciclaje en general: con el número de estudiantes en su puesto todos los días,
es evidente que la cantidad de alimentos y de residuos sea significativo, por
lo que deberán ser gestionados de una forma eficiente.
- Emisiones de los automóviles y de
viaje: el número de estudiantes que viajan al campus marca esto como un aspecto
ambiental potencialmente significativo.
De esta forma,
la implementación de esta norma ayuda a las organizaciones a mejorar su
desempeño ambiental a través de un uso más eficiente de los recursos y la
reducción de desperdicios, obteniendo una ventaja competitiva y, además, la
confianza de los grupos de interés (Das, 2019).
Conclusiones
Decir
Educación Ambiental no es decirlo todo. No se trata de hacer realidad una
disposición de las administraciones educativas, sino de determinar su contenido,
de definir un modelo. Tampoco se trata de cambiar la sociedad desde la escuela
sino de provocar el desarrollo moral de las personas.
A nuestro juicio, la escuela debe ofrecer
puntos de referencia sólidos para una educación ambiental, que ayude a convivir
en una sociedad democrática y pluralista. Toda programación de educación
ambiental. debería preguntarse si busca la interiorización de unas normas, la
implicación en una tarea, la modificación de comportamientos o la clarificación
de escalas de valores. No es lo mismo la educación ambiental a similar una
actitud mediante el aprendizaje observacional de modelos y su posterior
imitación, que a partir de las relaciones entre iguales ante una situación
planteada que intenta que las personas se desarrollen autónomamente, adquieran
un juicio moral y sean más solidarias. La escuela ha resultado un ámbito eficaz
en donde se abordaban cuestiones relacionadas con los comportamientos
individuales. Desde antaño han existido conceptos como la moralidad o la urbanidad
que pretendían identificar las señas de una determinada sociedad y eran
tratados con más o menos acierto en la escuela. En muchas clases han surgido
ocasiones para informar sobre tal o cual actitud o norma social. Sin embargo,
esto se ha realizado de una forma difusa, pocas veces programada y casi siempre
con la única finalidad de proporcionar normas de conducta.
Ahora bien,
desde hace un tiempo se vienen acogiendo programas que nacen de otros
estamentos ajenos a la escuela, que pueden enriquecerla, aunque no siempre
están adaptados a los alumnos, al momento y al lugar. Como se ha mencionado
anteriormente los contenidos actitudinales de la educación ambiental han
adquirido una importancia singular en los nuevos diseños curriculares. Este
hecho ha llevado a que algunos educadores se sientan sofocados y angustiados
por la nueva tarea, sobre todo al no encontrar vías apropiadas y fáciles para
valorar estos nuevos objetivos didácticos. En el momento actual sería bueno
desmitificar e incluso desaconsejar la necesidad de priorizar en el contexto
escolar la evaluación de las actitudes ambientales. Quizás en la situación en
la que se encuentra nuestra escuela sea más apropiado sugerir un mayor esfuerzo
en actualizar y optimizar los programas y estrategias didácticas que se
utilizan, con la finalidad de crear un ambiente más apropiado para que el
sujeto vaya moldeando unas escalas de valores más respetuosas con el
medioambiente.
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